martes, 27 de noviembre de 2012

XI

No me di cuenta de que el aire faltaba a mi pulmones
hasta que sus labios me rozaron.
Ahora tengo miedo a pasear
si no es de su mano.
El tiempo pasó desesperado entre nuestros dedos
haciendo cortas las distancias y más grandes los anhelos.
Perderse entres sus brazos el mejor de los deseos.
El límite llegaba hasta donde llegaban nuestros sueños.
El invierno no acababa
y siempre había lluvia para nosotros.
Daba igual si el Sol brillaba o reinaban las estrellas,
sus brazos eran siempre el mejor abrigo.
'No te marches ahora, quédate conmigo'
y volvían a pasar las horas
como en el vaho de un suspiro.
Tranquilo, siempre entre nubes volando,
colgando de un hilo que sostenía nuestros corazones
suspendidos en el aire.
'Dame un suspiro, no te marches'
pero al hora llegaba
y el destino terminaba con el momento eterno.
Suspendida entre sus brazos hube de marcharme,
con la promesa de volver a volar entre los sueños,
a vivir de nuevo en ningún lugar.

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