miércoles, 9 de mayo de 2012

Capítulo I


Como cada día, me levanté de la cama después de que el despertador sonara incesante, con aquella canción de los Red Hot Chili Peppers - Californication. Ni siquiera dejé que el cantante empezara a cantar, antes de que la suave canción variara de tono ya había parado la alarma. ¿Para qué escuchar más? Ya sabía lo que venía detrás, y en ese momento se me antojaba la canción más horrenda del mundo, pues me había sacado de mi apacible letargo en mi cama caliente. Aun así, me quedé unos minutos mirando el techo, como si no conociera de quién era, o tal vez no conocer quién era yo. La verdad es que no lo sé exactamente, pero creo que pensé que ese día iba a ser igual de monótono que el anterior, y tampoco me equivocaba demasiado. Me levanté de la cama con pasmosa lentitud, y eso que sabía que iba con el tiempo pegado al culo. Pero ¿qué más daba? Un minuto más que un minuto menos. Mis pies todavía tenían que acostumbrarse al frío suelo bajo mi piel. Miré a mi alrededor, y todo me parecía tan ajeno. ¿Era yo la misma persona que ayer, o había cambiado durante el sueño? Eso nadie podría saberlo. Podemos ser personas diferentes en cada momento del tiempo. Y en aquel momento, yo no sabía quién era. Aun así, sabía mi rutina, por lo que no tarde en levantarme e ir directa hacia la ducha. Allí, el agua empezó a aclararme un poco las ideas, o tal vez a deshacerme de aquellas primeras preguntas con las que me había despertado. Ahora pudo empezar a tener conciencia de mi misma, si es que alguna vez la tuve, para empezar a recordar las cosas que en ese día tenía que hacer. Mientras iba enumerando mentalmente mi día al completo, que al parecer ya estaba planificado, salí de la ducha y empecé a secarme el pelo con la toalla. "No tiene que olvidárseme darle a la maestra de Filosofía aquella disertación tardía para que no me baje la nota", me decía a mi misma, con un sinnúmero más de anotaciones mentales con preludio "No ha de olvidárseme..." Tras frotarme bien con la toalla mi pelo negro, largo hasta la cintura, fui directa a la habitación, todavía con una toalla solamente enrollada alrededor del cuerpo, cosa que hizo que mi piel se erizara por el contraste del frío. Casi sin mirar, saqué del armario un par de vaqueros y una camiseta azul, de manga corta, algo normal. Me puse la ropa sin siquiera advertirlo, cada movimiento era mecánico, ni miraba ni prestaba atención a lo que hacía, era solo un movimiento más. La verdad es que aquella mañana fue bastante normal. Tras secarme el pelo ni siquiera pude desayunar, salí corriendo con la mochila en la espalda para juntarme con mis dos amigas, Isa y Nerea, las cuales me esperaban cada mañana para ir juntas al instituto, puesto que vivíamos la una muy cerca de la otra. Isa, que era algo más alta que yo, con el pelo negro largo y muy rizado, tenía una piel blanquecina la cual odiarían algunos góticos. Era de caderas anchas, aunque vientre plano, y caminaba de forma que te hacía pensar que tenía los pies planos. Nerea, era unos centímetros más altos que Isa. Flaca como un palillo y de piel amarillenta, contrastaba su energía con aquel tono enfermizo de su cara. Y su pelo, una melena aleonada castaña, era completamente rebelde, y a pesar de los esfuerzos de ella por domarla, siempre terminaba quedándose como si llevara el pelo cardado. Ambas llevaban gafas. De hecho, pocas en mi grupo no las llevábamos. Creo que, tan solo, Marina y yo, y eso que somos un grupo de ocho, ¿o quizás más? Tampoco es que se pudiera determinar exactamente. Mientras caminábamos íbamos hablando de algo, lo que no recuerdo es exactamente de qué, pues seguramente sería trivialidades de las clases o algún chico que se cruzaba por nuestras cabezas. Los temas de conversación no solían variar demasiado en ese aspecto, aunque la verdad ¿qué más se puede esperar de tres chicas adolescentes?
Llegamos al instituto cuando el timbre acababa de sonar y, sin despedirnos siquiera, cada una se fue a sus respectivas clases. Raras veces nos tocaba juntas, pues yo iba a la rama de ciencias y ellas a las de letras. ¿Por qué había cogido ciencias? Ni yo misma lo sabía, nunca me habían gustado la verdad, pero mi familia siempre me había comparado con mi prima. Ella era la chica genial, que sacaba notas estupendas y que algún día sería una médico estupenda. Yo debía seguir sus pasos.

lunes, 7 de mayo de 2012

Yo necesito amor



Me abandonó la esperanza del encontrar el amor. No, por favor, no pienses que ya he tirado la toalla, es ella la que me ha echado a mi al suelo, me ha pisoteado y escupido para luego marcharse y dejarme a mi, solo y sucio contra estas baldosas que huelen a moho. Y aquí, solo, me quedé divagando sobre lo que es el amor, y los tipos de amor. Porque, señores, no hay solo un amor, hay muchos, y somos tan ambiciosos que los queremos todos. Queremos el amor de nuestros amigos, el amor de nuestros padres, y el amor de esa persona a la que no nos podemos sacar de la cabeza, esa a la que no echaríamos un polvo, sino que le haríamos el amor durante días enteros... Bah, ¿qué coño estoy diciendo? Malditas pajas mentales. Me dejaste solo, tirado, sucio, como un puto perro, ¿y yo sigo queriendo hacerte el amor? ¿Quién necesita amor cuando tiene drogas? ¿Quién necesita amor cuando tiene alcohol, sexo? ¿Quién necesita amor cuando tiene Rock'n'Roll?
Yo, aquí, me presento con las manos en alto. Yo necesito amor.

jueves, 3 de mayo de 2012

"El club de la lucha"

Ayer vi esta película, "El club de la lucha", que sinceramente recomiendo a todo aquel que quiera una buena dosis de pelea, y un psicoanálisis de esta sociedad. Me quedé pasmada con muchos de los monólogos de la película, sobretodo los de Brat Pitt como Tyler Durden, y todo es inesperado en esta película, nunca sabes qué es lo que va a pasar a continuación. La verdad es que, realmente, la recomiendo.
Os voy a dejar algunos de los monólogos que más me impresionaron para que juzguéis por vosotros mismos.

"La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco nos hemos dado cuenta y estamos, muy, muy cabreados. No somos nuestro trabajo. No somos nuestra cuenta corriente. No somos el coche que tenemos. No somos el contenido de nuestra cartera. No somos nuestros pantalones... Somos la mierda cantante y danzante del mundo."




 Y frases sueltas muy buenas:


  • Únicamente cuando se pierde todo somos libres para actuar.
  • Si el tiempo vivido es largo, el índice de supervivencia para todos se reduce a cero.
  • Lo que posees acabará poseyéndote.
  • Cuando la gente cree que te estás muriendo es cuando en verdad te escuchan, en lugar de estar esperando su turno para hablar.
  • Cuando se padece insomnio nada parece real. Parece una copia de otra copia de otra copia.
  • Si te despertaras a otra hora en otro lugar....¿te despertarías siendo otra persona?
  • Tienes que saber, no temer, saber que algún día vas a morir, y hasta que no entiendas eso, eres inútil.
  • No eres un bonito y único copo de nieve, eres la misma materia orgánica en descomposición que todo lo demás, todos somos parte del mismo montón de estiercol...
  • Sentía ganas de meterle una bala entre los ojos a cualquiera que se negara a follar para salvar su especie. Quería abrir las válvulas de descarga rápida de todos los petroleros y llenar de crudo todas esas bonitas playas que yo jamás conocería. Quería respirar humo.
  • La autoperfección es simple masturbación.

martes, 1 de mayo de 2012

Presentación


Desperté por la mañana y, extrañamente, ya no sabía donde estaba. No es que no reconociera todo lo que había a mi alrededor, era mi habitación, la de siempre, en la que había dormido estos últimos dieciséis años. Pero todo lo que había allí me era ajeno, como si entrara a la habitación de una persona desconocida. Las caras de las fotos en la pared no me decían nada, eran como fantasmas de un tiempo pasado, que ahora ya no existían o que se volvían opacas y ya no simpatizaban conmigo. Como queriendo que todo aquello fuera una extraña pesadilla pasajera volví a cerrar los ojos con fuerza. Pero al abrirlos, allí estaban de nuevo, esas caras y esas pertenencias de alguien que había vivido toda su vida al dictamen de unos padres opresivos, perfecionistas y materialistas. Tras un suspiro derrotado, volví la mirada al despertador de la mesilla, a penas quedaban cinco minutos para que empezara a sonar, y entonces ya todo estaría perdido de nuevo. Empezaba un nuevo día, una nueva muerte.




[Bueno, después de darle unas cuantas vueltas, y de que muchas cosas me rondaran por la cabeza, he decidido empezar una nueva historia en este blog. Sé que ya muchos ni leéis lo que pongo, pero para aquel que lo haga, intentaré subir un capítulo cada miércoles. Esto ha sido tan solo una pequeña presentación, para que veáis más o menos como se va a escribir todo.]