Ya no tengo corazón, lo arrojé a los cocodrilos para que dejara de sangrar. Herido y supurante de nada me servía ja. Aprendí a base de golpes que las penas no se van, desgarran y queman hasta dejarte entumecida y sin ganas de luchar. Imploras por un fin que sabes que todavía no llegará, primero viene la tortura y después el golpe final.
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