martes, 12 de noviembre de 2013

Todos esos grandes pensadores

Nos drenan la sangre. Nos distraen mientras poco a poco nos dejan sin nada, y a la vez pensamos que hacen lo mejor por nosotros. Somos unos bobos, unos idiotas. Desangrándonos poco a poco, no nos fijamos en que lo que ellos quieren es tenernos ocupados. Fútbol, moda, juegos de manos y esa gran venda en los ojos que no deja ver el sol, la luz, el bien. Tenía tanta razón, mi querido Platón. Me costó tanto ver la luz, que ahora en la oscuridad mis ojos se sienten extraños. Ya no quiero este mundo en penumbra. Y me asusta ver como nadie se atreve a subir el peñasco, a pasar la barrear de la ineptitud, a saber la verdad. Qué pena me dan. Siento pena por ellos, porque creen que es lo correcto, y que su caja de sombras les dice la verdad, mientras que los sofistas solo los engañan con palabrería barata. Esos discursos tan elaborados que a la vez no dicen nada, pero nos hacen confiar en ellos. ¿Quién podría mentir con esas palabras tan sabia? Solamente ellos. Pobre Sócrates, incluso tú estabas ciego. No viste tu muerte, por negarte a ver el que el hombre, es un lobo para el hombre. Y es que son las acciones las que determinan como somos, y el hombre no es más que otro animal. Peor, es un animal que se niega a aceptar que lo es, y que es estamos todos enfermos. Nuestros dioses están muertos, y nos empeñamos en mantener su cuerpo putrefacto con nosotros, y a pesar de todo eso nos seguimos llamando racionales. ¿Razón? ¿Qué es  a caso la razón?Tal vez sólo una patraña, igual que la libertad. Sólo otra mentira, que con palabras bonitas se cuela en nuestros oídos y se hace mella en nuestro corazón.
Hay tantas cosas que me gustaría decir. Hay tantos grandes a los que recordar...

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